lo cotidiano de teclear un viernes
El poder es la mujer de Dios,
la locura permanente de la vida
del hombre.
Morimos en el filo de un alambre
en pie de guerra,
extrayendo el jugo del televisor.
La vida es igual a otra anterior,
que no termina de volver,
igual que el primer amor.
Y resulta duro hablar de algunas cosas:
también se termina el amor
en los días soleados,
es aburrido esperar la muerte
mientras la gente se ríe
y hace ruido con sus latidos.
Verdaderamente lo más sencillo
es asumir la realidad,
pero me resisto:
"Los buenos escritores —no hace falta
repetirlo— son aquellos
que saben siempre, exactamente,
cuándo no deben escribir.
Pero ése
evidentemente
no es mi caso."*
*del poema de Roger Wolfe "la verdad, por fin"