CamisetasGastadas

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19.2.07

Extraña oscuridad alejada de mí

6.35 de la mañana
siento que camino por la calles más fantasmales de esta ciudad,
agnóstico de sentido,
amarrado en mi vuelo rasante,
la espuma se agolpa en la arena en vano.
He cometido errores
y he aprendido de ellos,
día a día
algo de lo que había de verdad en mí
se va sumergiendo.
Súbitamente soy un cadáver del cuerpo
tenía un corazón rodando con el fuego
no distinguí la niebla de la tempestad
por eso navego como un barco callejero
ayer era más joven de lo que lo soy ahora.
Viento, salitre en la proa
no sé porqué lo hice,
quebrada en mis manos
la esperanza de toda mi vida.
En un campo de batalla, las tinieblas,
soy el único amante de mis sueños
incapaz de soltar la cadenas
que me hacen esclavo de este cielo.
6.45, comprendo que yo también he caído
sólo son palabras que dicen:
"lo siento".

9.2.07

Segundo Acto

- Amigo de joven poeta: Inegablemente somos prisioneros del tiempo y su belleza. Colocamos nuestra secuencia de sucesos estableciendo un pasado, un presente y un futuro. Pero no queremos durar lo que dura el tiempo de nuestra carne, de nuestro apetito devorado de deseos. Sin quererlo tendemos hacia lo eterno. Alcanzar nuestro pleno desarrollo. Por eso sólo nos decimos "tiempo".

- Joven Poeta: De nuestra inquietud, del anhelo de una vida justa y feliz ¿Por qué nosotros? ¿por qué en esta mente de piedra pulida? ¿por qué florecen letras sino hacen honor a otras que prendieron y habitan de manera más notable? ¿por qué este afán de permanecer en el final de la juventud y el comienzo de la vejez?

- Amigo de joven poeta: En todas esas preguntas se encuentra una sola respuesta; la vida es un caminar de nuestras intenciones. Somos un cúmulo de contradicciones, bien y mal, alma y materia, iguales al resto pero únicos. Intentamos aproximarnos al ideal de una belleza subjetiva.

- Joven Poeta: Por eso todos somos esclavos del TIEMPO y de sus consecuencias.

(...)

6.2.07

Los suburbios de nuestro incendio

intento de letra para El Hombre Invisible

Tengo una coartada
en la oquedad de tu almohada
las hojas de mis nubes
son para tu cara mojada.

Sigo este temblor que sube
a esta noche despeinada
con la necesidad de días azules
en el mar de tu espalda.

Tu camiseta reluce
con las heridas gastadas
y con un sueño que tuve
encarcelado a tu cama.

Me pilló desprevenido
y ahora busco un sitio
entre las llamas del río
para fugarme contigo.