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20.10.06

Ligero de equipaje

El rastro de la lluvia
que hace tiempo creí perdida
ha vuelto a mis pies
en forma de vacío existencial.

La muerte es solo el resumen de la vida,
de que al final,
además de tus inventos,
de tus cremalleras,
de los poemas,
de las mujeres en cinta,
del amor eterno entre dos amantes,
de que al final
además de la mentira,
está la nada.

La mentira necesaria para continuar
como si nada de esto importara.
Amanecer cada mañana
contrarrestar tu permanencia en este mundo
con el espejo, con tu reflejo,
desnuda tu cuerpo y no dejes de preguntarte
¿cuánto vale mi piel, mi boca, mi cerebro,
mi mano, mi metacartiano, mi riñón, mi cara
mi pelbis, mi corazón, mi pulmón derecho
sin alma?
la cifra exacta
es precisamente
cero.

Al final del jardín, arrinconado
están apoyados los motivos de nuestra vaga soledad,
una casa,
una tele,
una ventana con vistas,
el mar,
el sexo,
el dinero, el poder, la fama,
los hijos,
las damas,
el velero,
el consumo,
la droga,
o simplemente
el no tener por seguro
mejor cosa.
Por eso mis ojos ponen
un solo nombre
a cada ola del mar.

Por eso admiro
a los que no saben la verdad
ni se preocupan por conocerla,
ellos están más vivos que yo,
tienen en su rostro los párpados
menos caidos.

Abre y cierra los ojos
y tendrás la noción exacta
del tiempo que he vivido.

La única verdad
irrefutable
de esta vida
es la muerte.

"..."

Pero amaneces,
apoyada junto a mí
desnuda,
escucho tu sonrisa,
y de repente
el viento arrasa toda esta mierda
de palabras que llevo pensando.

La segunda verdad
irrefutable
es
que tú eres vida
y no muerte.