Días azules de invierno
Sé que puedo odiar
como cualquiera,
he cambiado de planes
y he creado fantasmas
dentro de mi propia voz,
desperfectos accidentales,
gargantas de humo
y huellas en el suelo
que tienen que correr.
Lágrimas del sol
tendidas junto a ropa interior
de una mujer despreocupada
de su moral desviada.
Estos días azules de invierno
con la mirada desvalijada
despiertan un ánimo nuevo
cuando contemplo las olas
rompiendo contra las rocas,
contra el silencio.
Se agolpa la espuma,
en lucha constante,
buscando la soledad perfecta
para encontrar tu recuerdo
perdido en las plazas,
en el vuelo de las gaviotas solitarias.
Despreocupado al viento,
recorriendo las sombra erguida
de un ciprés alargado,
bailando entre naranjas en flor
guardo un sol al atardecer
en mi bolsillo roto.
Y si todo no vale nada
que pasen los días ahogados
en la tristeza
de los acantilados que flotan
sobre un océano de perfumes
y cuadernos de bitácora
fundiéndose en mi piel
con el color de la hierba mojada.
No cierres las cortinas
si tras la ventana hay algo que ver,
dormidos sobre lo que pudimos perder
es tarde para volver
a pensar en ti
¿no te has dado cuenta?
que cuando me tocas el corazón
siempre se está
a punto de romper.
La playa me convirtió en arena
nadie supo comprender mis problemas
y tu mirada de papel de fotgrafía
enciende la nostalgia de los días.
1 Comments:
Tus días azules de inviernos se marchitan sobre la mesa, y necesitan nuevas ideas que los sustituyan.
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