Sin Control
Personas deseperadas
con miradas que son
como cactus de vaho
gargantas que suenan
a desiertos sin gente.
Espíritus en cinta aislante
que hicieron sus tumbas
en tierras de humo
son unas montañas
entre los truenos de la tormenta,
los corazones no respiran
sin la tinta de la sangre.
Suben ardiendo los ciegos
contando sus alegres silencios
adentrados en lo profundo
convenciendo a la vida
de que no hay manchas
que no dejen huellas.
Dejan de brillar las personas
sin saber que se alimentan
de mundos fictícios de ruido
no pensar es el remedio
a la felicidad cruel
de que no hay felicidad.
Abandonados a los destinos
que quieren marcar la rutina
cualquier vida
merece la pena
ser vivida.
Giran las nubes de acero
por la tierra de los perdidos
que buscan el Sol que gire
para que nada resulte extraño,
como un camino lento y preciso
que no dificulte la monotonía
del miedo a lo desconocido.
Correremos por el Arco Iris
que sea nuestro puente confuso
entre el instante y el infinito
de lo permante y lo fugaz
del todo o nada,
sin dejar de ser
las campanas de las torres
que alumbren el sinsentido
de perseguir espejismo muertos,
aliviados por la tranquilidad
de que sentirse vivo es sentirse
como útil para lo inútil de la noche.
No habrá más llamadas
cuando suene el último eco
de que hay vidas con muerte
en el recuerdo de la gente querida
en manos más frías
que la nieve de la ausencia.
Deja que escuche alguna vez
si alguien me echa de menos.
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